Siento que mis labios arden y el fuego
Consume vorazmente mi existencia.
Y sumido me encuentro en la inconsciencia
Y al destino mi sanidad entrego
Cual el náufrago a la débil madera
Que afinca la vida y aleja la muerte
Pues morir no quiero, cielo, sin verte
Aunque dolorosa sea tu espera.
Sé, realmente, que el fuego apagará
La humedad de tus labios en los míos
Y sentiré mi vida renacer.
Y el canto del ruiseñor volverá
Como el grato murmullo de los ríos
Como la viva luz de atardecer