bonifacio

Los huesos de mi alma plumífera

Yo quería muchísimo a doña Irene

una señora bien elegante y distinguida

que todas las mañanas salía como un cohete

de lo que supe con el tiempo que era de la cocina.

 

Nos llamaba a todas como grumetes

y nos hartaba de ricas golosinas

el maíz que traía era un verdadero filete

y el agua rica dulce y cristalina.

 

Me encantaba ella pero un domingo siete

salió como nunca con una mirada asesina

en una mano llevaba un filudo machete

y con la otra me agarró desprevenida.

 

El golpe que me dio fue tan fuerte

que no alcancé a darme cuenta como me dejó piluchita

me metió en una sartén lleno de aceite caliente

y me echó un paquete de sal encima

y finalmente en la mesa aparecí con arroz Banquete

el gran auspiciador de esta película.

 

Y los perros al final se hicieron requetechupete

con los huesos de mi alma plumífera.