De la luna y su delirio, caen las rosas sin fragancia
Se despierta el beso de la primavera en su aposento
Iluminando todo alrededor en su distancia
Despojando al corazón de su tormento
El lucero fiel consejero de la luna
Acercándose, musita palabras a su oído
Ella, cree en él, aún desde la cuna
Inquieta y sonriente queda ante el pedido
El cielo, el cielo desde el terrado etéreo
Testifica lo que sus ojos sin querer han visto
Declarándose un observador eterno
Del amor que ha germinado en lo provisto
La luna y el lucero beben del amor y su locura
Desasiéndose en pedazos por doquier
En su traslado derramando sus ternuras
Regalando ilusiones, quien les ve!
Yo, al igual que la luna, en mi espacio existo
En ritual rutina en creciente y decreciente
Anhelando en mis madejas aquel, que mis ojos han visto
Y Poniendo a las alturas por testigos silentes
Autora: Bero Luna