El Hombre de la Rosa

¡¡¡SON POBRES LAS CEGUERAS DEL DESEO!!!

¡¡¡SON POBRES LAS CEGUERAS DEL DESEO!!!

 

*** Versos de la Rosa ***

 

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El tálamo se prepara con su encaje para saciar nuestro delirio

 angustia tan sensible que llega de la mano del deseo de amor,

ciñendo la noche como una angustia de nuestra loca ansiedad

 mientras optamos potencialmente por nuestro foco de deseos,

olvidas la mujer que amas por el halago inconstante de desear

 envolviendo el lecho mimoso de miasmas de aroma comprado,

que parece eternidad siendo humana la entrega de su encanto

 soplando el ansia para perpetuar la traición hasta la eternidad.

 

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No seas temerosa de entregarme tu amor apego de mis ganas

 te llenas con la materia que hace palpitar todo el ser de mujer,

no escatiméis esa entrega de dinero cuando los alientos besen

 hasta ese latido de su entrega pagada de ese obscurecer ciego,

perdoname señora mía por mi sed amorosa de tentación diaria

 por circundarme en talamos revueltos por encajes de cegueras,

entre una sed plena de ardores imposibles de cesar con fuerza

 para que su amanecer retorne la cordura que proteja el cariño.

 

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Muy pocos juglares leerán los versos de amor que tienen alma

 porque estas estrofas de cualquier poeta es ración de escaldos,

que tratan de versar las desgracias de este mundo tan podrido

donde mi poesía humana ahora se esconde con vanas estrofas,

quien manipula el atrevimiento frívolo de ser más que ninguno

 analizando la existencia real de los que gozan por ser hombres,

que adopta a sus familiares como si se tratase de su seguridad

 olvidándose de las lisonjas embriagadoras de pasión ocasional.

 

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He cambiado los sentimientos de esa sensible trova del poema

 para que las meigas de mis vicios se evadan de mí pasión seca,

cuando rebusque estas mujeres artificiales de entregas gélidas

 con la herencia de esta crecida sutil del cariño que ahora tengo,

sabiendo que esa mezcolanza es ese vicio de la avidez al sentir

 cuando lo cedes con un rostro femenina de tu mezcolanza fácil,

relegando sin caridad ese desconsuelo a tu dama que te espera

 gratificando el alquiler con el dinero de tu vergonzante traición.

 

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Autor:

Críspulo Cortés Cortés

El Hombre de la Rosa

31 de agosto de 2014