Dueño soy de las riquezas
que otro ser envidiaría,
la familia que me hacía
lejana llorar tristezas,
mis descendencias traviesas
con su don de entretener,
mi suelo que sin volver
me late cerca del pecho,
y el amor que le cosecho
en la piel a una mujer.
Mis hijas que son encantos
de personas y mujeres,
los versos, siempre placeres,
aunque soporten quebrantos,
hermanos que suman tantos
hombres de buenas maneras,
las enseñanzas certeras
del guía que fue mi padre
y el recuerdo de mi madre
sujetando las quimeras.