ANGEL PEREZ PEREZ

Los puños cerrados

El reloj mira con aspereza 

esperando que algo le apetezca...

Que algún minuto parta 

 con algún sentido, 

con alguna esperanza.

 

Él sabe mejor que nadie 

que es imposible volver allí.

Escaparnos del colegio, soñar

en tu sofá que nada se movería.

Que sus pilas acabarían.

 

¡Qué ilusión! ¿Mantequilla?

¿Woody Allen? Mejor a la cama de tus padres.

A jugar, a sentirnos almas

que vuelan igual de altas.

 

Pero la edad mata. Matas

lo que mides, maldito reloj.

Maldito pasar y desgaste de emociones.

 

 

Puede que tengamos que seguir soñando

como esos niños de trece años;

pero la realidad se acerca,

la realidad acecha, crecemos y tú te vas

y la oportunidades disfrazadas vendrán.

 

 

Y tu manecilla rota. Llena de arena,

arena que lloraba antes de caer.