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Acudí a tu llamado sin saber porque,
Acudí, tal vez por curiosidad,
Y heme aquí, llegando a esa cabaña
Donde me citaste para hablar.
Te encontré a la orilla del rio
Mojando tus pies y jugando con el agua,
La noche es hermosa, muy hermosa,
La luna ilumina la noche,
Su reflejo en el rio se ve.
Miles de estrellas brillan
Y parece que te acompañan,
De pronto al ver tu rostro iluminado
Descubrí una lágrima en tu mejilla,
Quise hablarte, saber tu pena,
Saber qué motivo entristece tu alma.
Pero me callaste,
No me dejaste hablar,
“No digas nada”, me dijiste,
“Solo abrázame y no me sueltes”.
Y te abrace, sentí tu pena y la hice mía,
Tu dolor lo partí en dos
Y tome la mitad para mi,
Te siento frágil,
Siento tu corazón débil,
Puedo ver en tu alma el dolor
Pues transparente esta es,
Te tomo en mis brazos
Sin mucho esfuerzo,
Estas cansada de tanto llorar,
Te llevo dentro de la cabaña
Y te siento junto a la chimenea,
Te ofrezco un café para calentarte,
Pero me dices que no
Y me vuelves a repetir,
“No necesito nada”,
“Solo abrázame y no me sueltes”,
Y te vuelvo a abrazar,
Y te vuelvo a sentir frágil,
Pálida, casi transparente,
Y el corazón cansado,
Y te abrazo delicadamente,
No quiero lastimarte,
No quiero que se vuelva a romper
Tu corazón de cristal.