Puedo retozar en el segundo flotante,
imbuida en la quietud amorosa
de tu aura dedicada
y calcar en tus ojos,
la áurea Luna de mi silencio…
Puedo encender en tu boca
el rocío de mi piel
y mientras me bebes
temblorosa,
dentro de tu sombra arder…
Porque eres la copa de mis soles
y el brindis de mi carne,
que a mi suelo sobrecoge
hasta sin tocarme…
Envuelta en la esfera de tu nombre,
acuno la memoria del crimen,
Argumento de ambrosía,
perpetuado en la hoja de todos mis años…
El origen de esta silente osadía,
coloniza los abriles
y ruge atravesando los arcos del tiempo…
Ardiente pronunciamiento
de los patios de mi mente,
que sumergen mi saliva
en tu aliento para siempre…