Ella...
llega a su casa,
con el sudor de su misma ropa,
bebe agua,
con su misma boca,
y baña al propio cuerpo
vestido de ansiedad...
Mira por la ventana,
más allá del baile concupiscente
de los árboles, y del explícito gemido
dilatado por el viento…
Estira sueños más allá de las sombras
palpando el horizonte.
Besa sus mismos labios,
en el espejo que es de ella;
seca su piel dejando en la toalla,
toda su humedad...
y reposa en su misma cama,
Que solo huele a esperas
Ceñidas a ella.
Ella,
que entre sus mismas sábanas,
y con los propios pechos desnudos,
‘desnudos en ella’... ‘con calor de ella’;
sóla, suspira... ‘por amar a solas’.
-Amar sin cuerpo...
¡como se ama a un muerto!
(Socorro Maria Lopes)