Ella, como nosotros,
ha tenido su juventud,
su belleza,su aroma.
Hoy está estrujada
entre las páginas
de un ibro de poemas.
Hace muchos años,
arrancándola del rosal
de tu jardín...
Me la regalaste,
diciéndome que
la conservara por siempre...
Caso te hice, y esta mañana
al abrir el libro,
aspiré el perfume
de esta flor que tú
me regalaste.
Lo aspiré, sin existir,
con tanto amor...
Tu destino fue
el de tener que viajar
al exterior con tu familia.
No pude viajar con ustedes,
porque en esa época
éramos muy jovenes,
haciendo proyectos
de adolescentes, que
no se pudieron concretar,
porque te fuiste...
y nunca más regresaste.
Tu padre fue trasladado,
todos lo acompañaron,
y no regresaron...
Mi alma se quedó
con el recuerdo
de aquel temprano amor...
que caducó con tu partida...
Fuiste, mi primer amor,
y me ha quedado
entre las páginas
de este libro
cubierto de palabras
de amor, la rosa que
me regalaste,
ya marchita,
después de tantas décadas...
Derechos reservados de autor ( Hugo Emilio Ocanto - 03/09/2014)