Descuélgate de la fuente del silencio amor
desciñe la piel oscurecida en tus manos
por tantas erradas lejanías,
como una lágrima de pura sangre
desciende al mar ardiente
¡ondéame en tus fauces llama viva!
sé a mis labios, pan de miel, candeal sabroso
aceite suave quemándose en altares prohibidos.
Quiero un rumor de flechas perseguidas
por plumas y hojarascas febriles.
Descuélgate de tus labios
como una boca hambrienta y
ven dulzura mía antes que la soledad
siga cuajando colmenares en mi frente,
engrosando las gotas de la desesperanza
y mis latidos desciendan presurosos.
La muerte va conmigo como bálsamo lento
y sus lagos oscuros ¡medula del miedo son!
Tenso las cuerdas del violín de tus cabellos
porque puedo amarte amor, aún así,
al filo del dolor bajo las sombras,
oigo la lluvia en su verbo interminable
y me duermo en su seno de campanas
azuzando los potros del delirio,
en la roja embriaguez
de los racimos ofrendados a tu nombre.
Así te espero amor
bajo el velo nupcial de los cerezos
entonando el salmo de los bosques,
ven tañendo los bronces del agua
en los aleros del alma,
recoge los lirios de la nieve como luceros caídos
y sumérgete como un pez dorado
en el oleaje de mis flores.
Alejandrina
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N° 239.343