Ella me miró a los ojos y me dijo:
-No puedo enamorarme, debo partir-
Y ¿a dónde irás que no te puedo seguir?
-A rendir cuentas al infausto destino-
Fingí no comprender, me sentí perdido:
¿Por qué, Dios mío, ella deberá morir
Por qué algo que tanto amo no es para mí,
Por qué soportar este inmenso martirio?
¿Acaso hemos nacido para sufrir?
¿Acaso es grave pecado enamorarse?
Una grave condena es lo que sentí,
¿Un enorme delito fue el entregarme
A ese ángel que tanto se parece a ti?
Y que hoy, sin piedad, quieres arrebatarme;
Si en verdad, Padre, ella tiene que partir
Pienso que a mí también deberás llevarme...