Te pienso y las palabras descienden desde el alma,
gravitan en el corazón y pendulan entre mis manos,
la pluma y el océano líquido del computador
por el que de pronto llegas provocando la alegría
la paz, las ganas de vivir,
el amor lasa ganas de seguir.
Te pienso y se abren mil ventanas
Por donde escapa mi alma como si fuera una bandada de pájaros
para surcar el cielo Para romper el viento para emprender el vuelo
para llegar al momento del encuentro frente a ese océano
y poder empapar el alma con tus ganas de vivir y de soñar.
Te busco y la poesía me encuentra,
me toca, me mueve,
me trastoca y catapulta los recuerdos
entre el Carlito que fui y el karl que tu construiste
a punta de hilvanar locuras.
Te busco y me reconozco en tu mirada
Y pienso en la niña atemorizada
que habitaba en le fondo de mi alma
que salvaste de morir ahogada
en el mar de sus desesperanzas
Vengo hasta aquí, al rincón exacto de nuestra complicidad,
y los versos juguetean como niños pequeños,
los minutos enloquecen y abandonan el circulo vicioso del reloj,
acribillando el tedio y aniquilando la rutina.
Llegas tú, te espero yo
Y empieza la danza de nuestros sueños
Como su fueran dos cuerpos al ritmo de un vals
del último vals al filo de la media noche.
La música la ponen los versos que tejemos
con los hilos cibernéticos
y la complicidad del tiempo que roba el tiempo
como si fuera un Prometeo enamorado.
Entonces:
la belleza se hace palabras, le dan vértebras a la poesía
y se convierten en fusionados
que van a dar a las pupilas de los que tiene el alma de soñadores.