De repente el flujo torrencial cargado de intermitentes hechos
Pareciera desbocarse hacia el mar donde las realizaciones nacen,
Llenando de estallidos neurales la esfera consciente
En el que flotan a punto convicciones,
Burbujas vegetales,
Pacíficos remolinos de oxigeno,
Primorosos cursos de agua que nos hablan de la compenetración.
Cambia los bolsillos de la sabiduría
Por una colecta de moras y un baño de azules.
Cede el bienhabido discurso del pensamiento
a la vorágine cristalina que se encanta
en las inmediaciones de la hierba.
Por donde comenzar,
La lluvia canta al son de las alturas
Un inquebrantable ritmo de purificaciones.
Así es, que se moje y se limpie el laberinto
Repleto de búsquedas perdidas y revisadas vueltas,
Que el cielo cuente con su oportunidad de comunicar
Que merece ser admirado de nuevo,
Que las piedras comprendan la veracidad de cada instante
Que deberá contemplarse desde el detenimiento.