Me gusta el silencio de la noche,
Cuando en la oscuridad cae la palabra
Y explota en luces multicolores
Que Iluminan los vetustos pliegues de la memoria.
A esta hora reposan las cosas;
El sonido delicado del infinito
Acecha bajo las tenues pisadas del reloj.
En el fondo del pozo, el reflejo de la luna
Juega con los círculos acuosos de la nostalgia;
Las imágenes incoloras pasan raudas
Por tu frente dormida.
Cada momento se desliza sigiloso hacia el devenir,
Y lo pasado continua habitando la rutina del ahora.
Las aves agoreras anuncian, a lo lejos,
La presencia inefable del martirio.
José Antonio Hernández R.