Una noche de luna
Majestuosa y clara
aclaró mi garganta,
afinó mi guitarra,
y se fue soñador
hasta su casa.
Cantó canciones
salidas del alma
y llenó sus balcones
con su dulce canta.
cantó y cantó
como una cigarra
pero nada que abrían
la vieja ventana.
Declaró su amor
con bellas palabras
porque nadie le dijo
que no estaba en casa
y por eso su declaración
quedó frustrada.
Cantaba y cantaba
a todo gañote
pero no asomaba
la futura consorte,
y con su alma cansada
se fui a otros nortes
dejando sus palabras
en la vieja ventana
abrigando la esperanza
que al llegar la chica
ella le contara.
Y desde entonces
en las noches claras
ella sonriendo
siempre se asomaba
a ver si llegaba
con su serenata,
a cantar canciones
y a tocar guitarra
para darle el amor
que tanto guardaba
y esos labios en flor
que ya retoñaban,
pero nunca pudo
volver a su casa
porque sintió la ofensa
muy adentrada
y no quiso molestarla
con necias palabras
y se fue a otro pueblo
a pasar su rabia
y no quiso nunca
dar mas serenatas
ni cantar canciones
ni tocar guitarra
y murió solitario
lejos de su casa
por una ausencia
que nadie le contara.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela