Un mil tics y mil tacs con eco infinito mortifican los sesos
horadando la mente febril de inconsciente vigilia;
la razón trepidante; chiribitas y escarchas a punto de estallar.
El termómetro miente con un 19
y el visillo silente, temerario, con suave caricia
besa al viento muy tímidamente
tras la raja que forma el cristal entreabierto.
El espejo retorna el semblante cansado
de ardua velada sin fin,
invocando el remolque de vetustos trenes
que chirrían allá en lontananza.
Farisaica la noche, anacrónica beata,
va largando jirones de un decrépito manto en huida burlona.
Amasijos de frases, letras muertas y palabras
golpetean los desfigurados surcos. Agotado talento.
Son borrones que saben a amnesia, a trastorno, extravío...
El tic-tac agoniza y se acelera el pulso.
Es quimera, ilusión. Todo es fábula.
Delirio.