Sabe que inexorable se va acercando el final,
y no está mal que así sea, por más que le dé pesar,
así como el animal que ve el peligro cercano…
comienza a cerrar la mano y empieza a reflexionar.
Percibe de a poco el vuelo de un alma que sin apuro
le va marcando un camino errático y misterioso,
no sabe si hay que seguirla… y allí comienza su duda,
pues si bien se muestra afable y con los ojos brillosos
es un alma entristecida que encierra en su ser enigmas,
insalvables… sigilosos…
que vuelcan en el espacio los tiempos más escabrosos
vividos en otra vida, pensados en otra muerte,
como un clamor agitado que se agiganta inconsciente
y golpea entusiasmado sabiendo que tiene en frente
esa vida mutilada que le presenta la suerte.
Anda… anda… no te pares…!
-parece decirle el tiempo-
que es como un amor errante las aguas que no bebemos
que es como alucinante beber a tragos los sueños
que nos dibujan siluetas allí donde poco vemos,
que nos delatan quereres en esas noches de ensueños,
que logran atiborrarnos, por más que pensemos bello
que acongojan las entrañas, aunque a veces sin saberlo
que todo lo estropean por no conocerle el verbo
y así predican la muerte para corrernos el velo…
que nos sepulta en las noches,
que nos veneran despiertos…
Ah! final que te aproximas, a pasos más que ligeros
si ese ha de ser tu propósito, no cambies el derrotero
aquí te estaré esperando bebiendo licor del bueno
pues no hay final más glorioso
que aquel que se espera ebrio…
Mario Ranero