A sus doce años lo secuestraron; a un niño rico, a un barrio pobre para esconderlo se lo llevaron. Al segundo día de su rapto el niño se les escapó, porque sus dos captores empezaron a embriagarse, y por el licor, los dos secuestradores antes de lo previsto se durmieron, circunstancia que fue aprovechada por el niño rico para huir de las garras de los dos malhechores.
El recién liberado,inteligente y audaz corrió como una oveja buscando su rebaño; pero a medida que corría el temor de él se fue apoderando; estaba angustiado, no sabía qué hacer, lloraba, recordaba a sus padres, los necesitaba, no sabía si gritar y pedir ayuda; miraba hacia todas partes, y por donde miraba encontraba escenas para él extrañas; las calles sin pavimentar, las casas asemejan calamidad; habían personas ebrias que reían, gritaban, discutían; también veía a niños descalzos que corrían, jugaban, y en su inocencia, su mundo de miseria y tristeza ignoraban.
Se ocultó bajo un frondoso árbol y siguió llorando. De pronto un rayo de luz lo iluminó, cuando alguien la manga de su camisa jaló, era otro niño, le preguntó por qué lloraba, que se calmara.
Sin darle tiempo de hablar, el niño pobre le ofreció un pedazo de pan y una soda gaseosa. y el niño rico, con el pan en su mano y bebiéndose la soda se fue calmando.
Eran las siete de la noche, y el niño pobre le preguntó al niño rico, dónde vivía, que él no lo conocía, y que él en la calle se mantenía.--Yo vivo en una casa bonita, pero dos hombres me secuestraron, pero me les escapé, y quiero regresar a casa, extraño mucho a mamá y a papá.
--Tranquilo, no llores,yo voy a ayudarte a buscar tu casa, pero ya es muy tarde, este barrio de noche es peligroso, y los dos hombres te pueden estar buscando , vamos donde yo vivo, mañana en la mañana buscamos tu casa.
A medida que caminaban, acerca de sus vidas los dos niños se interrogaban. --¿Con quién vives?, preguntó el niño rico. --Con mi abuela.--¿Y tus padres dónde están?--No sé ni quiero saber dónde están, ellos me pegaban mucho y me trataban muy mal. Un día me dejaron con mi abuela y no volvieron. ¿Y tú con quién vives?-- Vivo con papá y mamá, soy único hijo; tengo muchos juguetes y mucha ropa, pero me gustaría tener un hermano porque a veces me siento solo; y entre preguntas y respuestas llegaron donde vivía el niño pobre.-- Vamos a entrar por el patio para que mi abuela no te vea y no me regañe.
Saltaron una pared de gradas que comunicaba el patio con el interior de la humilde casa, el anfitrión condujo a su amigo a uno de los cuartos, y le pidió que lo esperase ahí dentro que iba a avisarle a su abuela que había llegado, y se fijaría si le había dejado algo para comer. El niño rico comenzó a observar el cuarto de su nuevo amigo; era un cuarto vacío, sin juguetes, sin televisor, sin cuadros en la pared; el piso era de tierra, las paredes de ladrillo y adornadas con telarañas, arañas y salamandras. Se sentó en la cama, estaba áspera, dura, cubierta con una cobija hecha de retazos. De pronto debajo de la cama sintió un ruido, y sin pensarlo con todo y zapatos a la cama se subió. Se asustó mucho, y trató de llamar a su amigo, pero recordó que no podía hacer bulla, y se tranquilizó, cuando vio que eran un par de ratones, el niño rico no conocía ratones vivos ni salamandras, ni lagartijas o cucarachas, solo los había visto en los programas de muñequitos. El niño rico se puso a pensar todo lo que él tenía, y que su nuevo amigo no tenía nada, solo pobreza y soledad, que su mundo era muy diferente.
En ese momento apareció el niño pobre con un plato de arroz blanco, huevos revueltos y un pedazo de papa cocinada; le extendió el plato de comida y le dijo: --Cómete esto, antes de encontrarte me habían regalado dos empanadas. Ya con su estómago lleno le contó a su amigo que un par de ratones lo habían asustado; y el anfitrión sonriendo le dijo que había tenido suerte, de que no hubiesen sido las ratas que lo hubieran asustado. El niño rico se quedó asombrado, él nunca había imaginado lo que estaba viendo, que mientras él todo tenía otro niño de su edad nada tenía, solo miseria, abandono, tristeza; así su inocente mente abarcó la realidad de los niños de los barrios pobres, que viven necesitados de comida, atención y cariño.
--¿Dónde estudias?-- preguntó el niño rico.--Yo no estudio, hace un año vivo con mi abuela, desde entonces no voy a la escuela. --¿Y tus juguetes? ¿Tienes bicicleta o juegos de video? --No tengo nada de eso, no tengo quién me los compre, mi abuela es muy pobre.
--¿Antes de acostarte te cepillas?-- Me cepillo cuando me acuerdo, a nadie le importa si lo hago. Entonces el niño rico le dijo al niño pobre:--No te preocupes, mañana cuando vayamos a mi casa yo hablo con papá y mamá, voy a decirles que tú te quedas a vivir conmigo, porque yo tengo muchas cosas, pero me hace falta un hermano, y tú vas a serlo. Los niños ricos ignoran la necesidad de los niños pobres, porque si lo supieran, de seguro, que con mucho gusto, con mucho cariño les ofrecerían muchas cosas.