micaela fernandez

Niñez afectada. (cruzada por la vida)

 

Era apenas una niña cuando escuchaba

esas palabras que tanto daño me hacían,

pero Vos no te dabas cuenta.

¡ Nadie quiere a las negras ! ,

eso me decías y yo aprendí a odiar el sol,

a no querer que el sol toque mi piel porque

no quería ser negra ,

porque me enseñaste que a las negras no las quiere nadie,

y  ¡ YO QUERÍA QUE ME QUIERAN !

¡ Cuánto daño nos hicieron tus palabras ! 

comencé a no quererme por ser morena,

pero nada podía hacer para remediarlo,

solo evitar que mi piel se oscurezca aún más;

recuerdo los días calurosos que me pasaba abrigada solo

para  que no me queme el sol,

también recuerdo que me sentía extraña al tener que decir

que sentía frío porque me daba verguenza confesar que no 

quería que el sol me queme,

un buen día decidí que el sol iba a gustarme y que verdaderamente

ya no importaba si mi piel se doraba o no,

un buen día aprendí a liberarme de tantas palabras sin sentido

que había guardado en mi mente,

¡ Cuántos días de sol me perdí por una idea tan idiota !

como si el color de la piel fuera importante,

no se mira con los ojos, hoy se mira con el corazón.

Yo era una niña, estaba entrando en mi adolescencia

y no te dabas cuenta pero sufría muchísimo,

tantas palabras feas nos dijiste que hasta

me he creído la peor hija de todas.

Todo lo que me sucedía con mi cambio hormonal

era considerado un pecado y hasta creía que enamorarme

era malo y también que no lo merecía.

Madre, no te diste cuenta que aprendí a quererme

recién cuando nacieron mis hijos y

cuando tuve que crecer con Ellos, y

aún lo sigo haciendo, vivo aprendiendo más

de la vida con mis hijos y sorprendiéndome a diario.

Viviendo con tres soñadores es difícil que no intente ser

la mujer maravilla ! 

Muchas veces las madres no nos damos cuenta

del daño que provocan las palabras que usamos con nuestros hijos,

deberían obligarnos a no sembrar semillas negativas

en sus pensamientos, deberían enseñarnos a utilizar

mejor las palabras que salen de nuestra boca,

porque esos pensamientos que vamos sembrando

un día pueden desencadenar en lo peor.

 ¡ Yo no quería vivir ! ,

Era un sufrimiento para mí comenzar un nuevo día,

tan mal la pasé que mi cuerpo decidió enfermarse,

tan mal la pasé que muchas veces pensé en la mejor forma

de morir...

pero por suerte hoy eso ya forma parte de un pasado

cerrado y perdonado, un pasado que solo he traído hoy 

para que entendamos el poder que tienen las palabras.

Ya no me duelen las palabras que me decían,

sigo aprendiendo todos los días a quererme

un poquito más porque esa es la mejor forma

de vivir, mirando hacia adelante y creyendo que 

hay un mañana mejor y también creyendo

que un día de sol que te acaricie y te dore la piel

es maravilloso.