Tía Eulalia, no te vayas,
todavía hace calor,
el sol aún nos regala
la luz de dorados rayos;
abrázame otro poquito,
me gusta mucho tu amor...
Cuéntame otra vez la historia
que tú me sabes contar,
de una doncella que duerme
y no puede despertar,
hasta que un joven muy guapo,
su boca, llega a besar...
Aunque vives retirado
nos viniste a visitar,
lo haces siempre que puedes
y me sacas a pasear;
la abuela ya está muy vieja
y en su cocina o pileta
todo el tiempo se le va,
mientras espera que vuelva
algún día mi mamá.
Ella se fue a Buenos Aires[1]
(por la gran necesidad),
y está trabajando bien,
lo que se puede notar
por los giros que nos manda,
y así podemos pasar...
y los días se suceden...
y el de hoy es otro más...
Pero ha sido muy distinto,
pues llegaste muy temprano,
con tu sonrisa de siempre,
con tu estampa de señora,
con tus besos y caricias,
con tus canciones y cuentos
(y una gran torta en las manos,
la que ya comimos toda...)
¡Cómo me hallo feliz
cuándo te oigo cantar!
y cuántas bromas les haces
a mis primos y a la abuela;
contigo (todos concuerdan),
da gusto pasar las horas,
si uno está enfermo, mejora,
y, aunque no sea un cumpleaños,
un bautismo o una boda,
¡pones la casa de fiesta!
Tía Eulalia no te vayas,
espera otro poquito
y cuéntame ese cuentito
que me contaste de Italia,
de una Julieta, un Romeo,
que al amor hicieron caso;
cuéntamelo y acaricia,
mientras tanto, mis cabellos;
cuéntamelo despacito...
¡quiero dormirme en tus brazos!
[1] Las migraciones de padres o madres que obligadamente realizan los paraguayos a Bs. As., Argentina, en busca de mejores salarios para proveer a los suyos, suelen afligir muchas familias. Gracias a Dios que sus pequeños suelen quedar en la mayoría de los casos a los cuidados de amorosas abuelas y tías. De hecho que estas situaciones no deberían existir, pero el desempleo y el sub-empleo reinante en Paraguay, las ha producido, más que se da que no es tan difícil cruzarse al vecino país, donde generalmente ya tienen algún pariente o amigo radicado, y que le brinda amorosa acogida, (porque eso tienen los paraguayos: ¡son muy amorosos y solidarios!)