Dulce en tu secuestro,
seduces a mi alma
con una serenata de zafiros…
Grácil con tu palabra,
sujetas mi silencio
y en el nocturno el brillo de tus labios
se revela mi secreto…
Diestro,
imantas mi existencia con tu fragancia
-amuleto de estrellas-
que resguarda mi lengua,
de tu magia constelada…
Intenso
me penetras hasta tocarme los sueños,
y acelera tu insistencia por evacuar
entre versos al menos un fragmento
de aquello que nos trae prendados…
Águila de fuego
en el sondeo de mis manos…