Vivo con la memoria,
De la herencia de tus tibias manos
En mi piel herida y casi amoratada.
Vivo de la tersura
Que tu amable piel dejo sobre la mía
Y del aroma de tus suaves labios,
Posados sobre los míos.
Resiento el frío de este cruel invierno
Y duelen las entrañas
Con lamentos de soledad,
Al recordar tu insustituible ausencia;
Muere el hambre si te pienso,
Y muere el frio, si en mi alma te abrigo;
Pero como amor inerte
Sobre piel dormida,
Mi alma resiente…
El frío de no tenerte,
El dolor de estar lejana,
La pena de perderte,
Entre silencios y madrugadas,
Entre lágrimas y desamoríos,
Como esta y cada mañana.
Vivo con la memoria
De la historia de mi vida a tu lado,
Y de los pasos, que en silencio siempre dábamos,
Vivo del recuerdo de tu amable y bella sonrisa
Y de tus bellos ojos negros sobre los míos;
Vivo de cada palabra que decías
Y de cada silencio que callabas,
Y recuerdo, el dulce amor que me tenías
Y tus besos con aromas propios, de dama soñada.
Vivo porque vivo,
Del recuerdo de tu piel entre mis sábanas
Y del fiel reflejo, de la marca de tu cuerpo,
En lo mullido de mi cama;
Vivo de este placer perfecto,
De aprender a vivir sin tus recuerdos,
Y de callar en silencio mis mudas palabras,
Porque aprendí a vivir de tus recuerdos,
Mucho antes, de que te marcharas.