El hierro llego
Sin anunciarse. Sin hablar.
Ardiendo de odio vino a sellar
la sonrisa de los pueblos.
El hierro nunca entendió las palabras,
no tenía abecedario para unir y compartir.
El hierro jamás descifró los gestos,
Era ciego al idioma de los mimos.
El hierro no leyó los mensajes escritos,
Su lenguaje era otro y sin anuncios.
El hierro no admitía consensos,
no sabía de leyes.
El hierro nunca negoció,
Tenía su propia identidad, el sometimiento.
Al hierro debe ser fundido y transfórmado
en herramientas que le permitan
a la vida florecer