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Se durmió mi sol y ya la tarde velada…
en su rojo moría tras el horizonte largo…
allí donde la noche transformó en suspiro
ese grito que a su alma reclamaba.
Quedando de mi pluma entre seca la tinta,
de un verso en pocas líneas ya dormido
no encontrando su amor mi poesía callaba,
con un beso dejado sobre el blanco papiro.
Se perdió en el cielo mi suspiro largo
no encontró el camino de su pecho amado
y al saberle de otra sus latidos…míos
quedaron mis ojos del amor cerrados.
Dos lágrimas rodaron trémulas…cansinas
mojando mi mejilla adormecida, y tersa,
tan frías las sentí sobre mi piel cansada
tan frías que al tocarme…parecía yerta.
Cerré la puerta de mi cuarto y en penumbras,
caminé hacia el espejo que nos reflejaba…
donde tantas veces acudí soñando
mas nos estaba ahora su figura amada.
Al mirarme entonces me tomé la cara
tapando mi manos el rostro sin alma
y el último pétalo caído de mi rosa…
destiñó en mi sangre su poesía amada.
Autora Alicia Almeida*Diluz