Quizás entonces fuéramos demasiado optimistas
y no habíamos previsto que la vida
discurre muchas veces
a través de la niebla
y son las nubes
ese mundo velado en que se mueven la ambición y el deseo.
Hay algo que debemos haber hecho muy mal para que el mundo
se aburra de escucharnos y debamos callar
si nuestra meta
sólo es llegar a viejos
Porque puede que sí, que hemos perdido
todos nuestros afanes arrojando confeti y se ha quedado
muchas horas la luz a la intemperie mientras eran
los espinos juguetes de los vientos,
hemos visto
escaparse las aguas de su curso
y crecer el romero en las pedreras cuando no era su tiempo.
Siempre somos los mismos los que vamos naciéndonos los últimos
y ahora está
la belleza atrapada y ya no caben
más rostros en la cumbre y los extremos
no salen en la foto.
Si al cabo de los años volvemos a este punto
y los pasos andados y los miedos adultos regresan al principio
¿seremos otra vez el mismo niño
que ayunando de amores
jugaba a ser eterno?