Jorge C. I.

LA CABAÑA

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Hoy volví a la cabaña,

Aquella donde te encontré aquella vez

Sentada junto al rio,

A la luz de la luna y las estrellas.

Hoy recordé,

Como aquella vez había lagrimas

Corriendo por tu mejilla,

Y de nuevo sentí tu dolor.

Recuerdo como te tome en mis brazos

Y te lleve junto a la chimenea,

Recordé lo frágil que te sentías,

Lo débil y cansado de tu corazón.

Recordé como nos quedamos abrazados

No querías que te soltara,

Y así pasamos la noche,

Juntos frente al fuego.

Recuerdo como en la madrugada

De pronto te levantaste,

Me miraste fijamente

Y me diste un beso apasionado.

Tu cuerpo temblaba,

No sé si por el frio, el cansancio,

O por esa necesidad que tenía

De amar y ser amado.

Quise hablar y no me dejaste,

Solo empezaste a quitar mi camisa

Mientras besabas mi cuello,

Y mis manos te buscaban.

No me había dado cuenta

Pero tu cuerpo ya estaba desnudo,

La ventaba estaba abierta,

Y la luz de la luna lo iluminaba.

Y te pude ver bajo esa luz,

Vi ese cuerpo de niña que tienes

Pude admirarte completa,

Por Dios, que hermosa eres.

Entonces te empecé a besar,

Primero tu cuello, tus hombros,

Empecé a bajar hacia tus senos

Y me detuve ahí por un momento.

Los empecé a besar,

Y sentí como te agitabas,

Sentí como endurecían,

Mi pulso se aceleraba.

Seguí besando tu cuerpo

Recorrerlo de arriba abajo

Tu vientre, tus piernas,

Tus caderas, tu sexo.

Llegue hasta el monte de Venus

Prohibido hasta ese momento,

Bebí de tu fuente de placer

Probé el sabor de tus entrañas.

Sentí como tu cuerpo temblaba

Sentí como te estremecías,

Y con voz apenas audible

Me pedias que te amara.

Y así siguió la noche,

Y llego el amanecer,

Solo la luna fue testigo

De aquella pasión desatada.

La comunión de dos cuerpos

De lo cóncavo y convexo,

Fundidos en uno solo

Tu cuerpo con el mío.

Aun recuerdo aquella noche

Que te encontré en la cabaña,

Cuando sentada junto al rio,

La luna te iluminaba.