Alguna vez en un pueblo lejano, vivía un anciano
que reparaba corazones… le decían: "Corazonero"
muchos lo consideraban algo así como artesano,
pues laborioso oficio tenía, aquel hombre pendenciero.
Renegaba de su clientes, que corazones le traían,
ya casi moribundos, con heridas de por vida,
latiendo lentamente, con la frecuencia perdida.
Después de haberlos descuidado… ¿Por qué repararlos querían?
La respuesta era sencilla, no necesita mucha explicación,
es que cada hombre, en su vida solo tiene un corazón,
y su vida pende de él, aunque igual lo hiere y lo alimenta
porque a veces se olvida al vivir… de tomarlo en cuenta.
Así pues, el Corazonero, corazones de todo tipo recibía,
los abría y examinaba para iniciar se reparación...
a veces era simple, solo tenían por desuso oxidación,
pero otras veces, era difícil diagnosticar lo que padecían.
Había algunos temerosos, que se encogían al tocarlos,
algo en ellos fallaba: sentían que nadie quería amarlos,
entonces para curarlos, el Corazonero unas gotas aplicaba
de aceite de seguridad... y así mucha más vida les daba.
Un día recibió un corazón, de apariencia marchita,
lo examino… y de él, el polvo quito con una brochita,
después con barniz de dulzura le dio una pasadita
y el corazón volvió a ser hermoso, era de una señorita.
Cuando los corazones ya abiertos le llegaban,
con hilo de perdón, él sus grietas cerraba
y de color esperanza les daba una pintada
ya al entregar, con cera de amor los boleaba.
Los corazones duros, eran los más complicados,
tenía que usar su herramienta para quitar lo sellado,
pues capas de resentimiento y amargura los cubrían,
y por eso sus dueños creían que ya no latían.
Su vida dedicó aquel hombre a reparar corazones,
limpiando dolores, provocando emociones…
pero con tanto trabajo de su corazón se olvidó
y siempre en soledad en su taller, solo vivió.
Hasta que un día el corazón del anciano dejo de latir,
y no hubo nadie quien a él lo pudiera ayudar,
pues nunca quiso sus enseñanzas compartir,
sabía que su labor, mal ejercida daño podría ocasionar.
Por eso ahora no hay quien en reparar corazones sea experto
para arreglarlos, no hay nada más que el experimento.
Y todos alguna vez, ser Corazoneros en la vida hemos intentado,
para reparar tanto nuestro corazón, como el del ser amado.