Baile de tinta y
nimbos ajetreados
al compás de las
estocadas sobre el lienzo de
un retazo de carne con hueso.
Sangre de un dios efímero
que se recrea y retuerce sobre
sí misma en brazos de fuego
multiforme.
Asciende y se ensancha para
alcanzar los brazos de urano.
Asa para beber ojos en ambrosía,
manos que se abrazan con indecible
fuerza.
Grito de violín en éxtasis,
vendaval de alaridos y orgasmos
condensados en un pincel,
un parpadeo, un aliento,
una contracción, un latido,
una sonrisa, un génesis.
Octavio Aldebarán Márquez