Letras infinitas, gritos silenciados,
mares escondidos, hermosos bosques
con los que brutalmente, nos hemos asfixiado.
Como ignorantes anduvimos,
reaccionando agresivos y escapando,
sin saber que la vida es una escuela
sin diseño, en nuestro campo.
Ahora que llego a esta casa abandonada,
encuentro la lupa que me enseña
a mirar de manera diversa y compleja.
Una lupa que me lleva
por un camino distinto;
sonrío en lo perdido,
y busco en la selva mi nido de hielo.
Viento en el que reposo y me lleno de pasión,
enloquezco, me pierdo y descubro
otro mundo, otra razón; otro amor
y otra tonalidad por cada semitono, por cada color.
Mi camino va transcurriendo
mi visión va cambiando,
mi vida se va complementando
y mi corazón se va volviendo hielo;
se desarma y se arma, pero con
el viento lo sostengo.
Letras que se roba el viento,
pero no se deshace de ellas;
me las guarda y los recuerdos
conserva, pero con cada mirada
una visión me enseña.
Lodo se vuelve mi mundo
ante mis manos,
diseño ante el arquitecto,
y ladrillos ante el maestro obrero;
edificar, vivir; crecer, formar
y en el arte con mi globo terráqueo, jugar,
se ha vuelto mi diario vivir y mi vida noche.
La noche en mi es permanente
y su esencia implacable,
porque los días, minuto a minuto
se vuelven antaños en el mar.
El día, su esencia suele dejar
del viento cargar.