Prorrumpía mi corazón:
\"la mujer que buscas llegó,
tu esperanza la atrajo\".
Mis ojos quedaron anegados
con la tenue brisa de tu mirada.
me fijé en tus ojos tan abondos
de liviandad en una pailada.
Vi tu piel llena de flores
de muchos colores ralos,
nada fútiles; eran tan
alegres como ópalos.
Me enredé con tus cabellos de lis
que colgaban en tu cuello plácido,
ahí quedé yo sucumbido
también entre puras amarilis.
Derramas por dentro una esencia
que me dice que no eres tirana.
así puedo vivir en la jácena
de tu afable corazón, sin prudencia.