mateoserafini

Desorbitado

El peso de vivir

preso del misterio

de ser todo

y no ser nadie.

 

Un desconocido

esqueleto para

una sombra

sin alma.

 

Una ansiedad

que desborda

y le estorba

a la conciencia.

 

No puedo evitar

no distraerme  

con lo fugaz

de un latido.

 

No puedo evitar

no reverenciarme

con la voluptuosidad 

impalpable,

 

de desvanecerme

en la fascinación

de las llanuras

desiertas del infinito,

 

comparable solo a la

maldición de los recuerdos, 

y, a la inmensidad

maravillosa de los ojos.

 

Al carecer de afirmaciones,

al conocer solo una velocidad

de aleteo mental,

y una definición de compañía.

 

Me siento solo,

solo, como alba sin pájaros;

solo, como estrella sin luz;

eco desolado y fusco

 

En un universo inmaculado,

increíble y absurdo,

inimaginable y celestial,

armoniosamente caótico.

 

 

Soy un ser dentro

de un animal hermético

que grita de hambre

aclamando existir.

 

La voluntad, 

solo por perdurar,

barre el vacío

de las nimiedades.

 

Como un soplo

que arranca mi piel

del esqueleto,

necesito conocer mi esencia. 

 

Lejos de la ignorancia,

dormir cuando se desee

y revivir cada día

eligiendo que ser.

 

Gota del desierto,

o muerto con conciencia,

o vivo inconsciente 

o luciérnaga en el cielo.

 

Veo caminar una hormiga,

no pasea, ni duda,

hurga migas en mi cocina,

si supiera que es delito

 

la encarcelaría como venganza

por mi mal día

o por ser dueño de esta vida trágica

que busca comprar más presente.

 

Con la suerte de no ser piedra,

el azar me hizo juez sin poder,

conciencia de lodo,

que estudia cómo hacer una silla.