Y toda libertad inquilina en tu pecho,
y todo arrullo pidiendo despertar.
y el vertebrado ardor de la constancia
y la inútil vida de un ojalá...
y la angustia que recién comienza
y la amnistía de un verso en tu paladar.
y la mira apuntando sorda,
y el breve espacio en que no estás.
y este moro que habita entre tus sábanas
y este mismo, que no deja de pujar.
Y la inextricable dicha de reinventar
Y el amparo de una noche más sin Dios.
Y los hiperbólicos modos del azar
Y el olvido indeciso como mariposa otoñal.
Y la fe que prescinde del mar
Y la lumbre en la vía siempre presta a quemar.
Y nunca un tango sin un ska
Y siempre sones que vendrán...
Y nunca un trago sin estallar
Y nunca un adiós sin superar...
La dicha, abril 2013