Hugo Emilio Ocanto

El caso de Thomas Brown (Relato - 4a parte) - Autor: Ramón C. Infanzón - Interpreta: Hugo Emilio Ocanto

La expectación en la sala era enorme. Había llegado el día del juicio,

y nadie quería perdérselo. La gente se arremolinaba, todos deseaban

entrar en la sala; no estaban dispuestos a quedarse fuera. Se iba a

juzgar a toda una jueza de gran popularidad; una mujer joven de

extraordinaria belleza, y eso provocaba un morbo exagerado.

Se pronunciaron las palabras de rigor en estos casos; se pidió que

hubiera silencio y el juicio comenzó. La joven jueza fue la primera

en testificar.

 

-Señorita Brenda Johnson, ¿ puede explicar a la sala por qué se han

encontrado en su vehículo estas llaves?

 

Se trataba de las llaves del almacén de la comisaría.

 

-Señorita Johnson, ¿tenía usted conocimiento del robo al citado

almacén?

-Señorita Johnson, ¿sabía usted que de él fueron robados armas

y uniformes policiales?

 

Las preguntas se sucedían una tras otra; la jueza Johnson fue

contestando negativamente a cuanto se le preguntaba. Nada

sabía del porqué esas llaves fueron halladas en su vehículo.

La jueza declaró fervientemente no haber tenido nada que ver

con el robo.

 

- Solo puedo decir que dejé mi coche en manos de Robert.

Le había encargado que lo llevara a reparación, venía sintiendo

extraños ruidos que me preocupaban. Las llaves del almacén

debieron caérseles ese día.

 

Desde ese momento, las preguntas a Brenda se incrementaron.

Robert era su pareja por aquellos días; su nuevo amor.

Robert Conelly no era otro que el encargado del almacén de

la comisaría.

Todos cuantos conocían las últimas andanzas amorosas de la

jueza, dieron por hecho que se trataba de él; Robert Conelly,

encargado del almacén objeto de robo días atrás. En ese instante

la detención de Robert era cuestión de minutos.

 

Al día siguiente, la expectación en la sala había aumentado. Robert

fue detenido, y los acontecimientos se precipitaron.

Robert Conelly fue citado a declarar por el robo de las armas y

uniformes.

 

-Señor Conelly, ¿reconoce usted estas llaves?

 

Las llaves le fueron mostradas de cerca.

 

-Sí, son las llaves del almacén; desaparecieron la noche del robo.  

Se trataba de dos únicas llaves, cuyo llavero  consistía en un pequeño

aro de metal con una etiqueta donde se podía leer: ALMACÉN DE LA

COMISARÍA.

 

-Señor Conelly, ¿cómo sabe usted eso?, ¿podría aportar más detalles?

 

-Recuerdo que alguien me agarraba fuertemente, me ponía una venda

y me amordazaba. Creo haber perdido el conocimiento; me hicieron

beber algo que me mantuvo dormido por largo tiempo. No recuerdo nada

más.

 

-No más preguntas, que pase el siguiente testigo.

 

El hombre que entraba, era el jefe de la sección de analíticas del

hospital donde Robert había sido ingresado.

 

-Diga su nombre.

- Alexandre Black.

-¿Jura decir la verdad y nada más que la verdad?

 

-Juro.

 

-Señor Black, ¿podría indicar a la sala el resultado de los

análisis efectuados por su equipo al señor Conelly

durante

su estancia en el hospital?

 

-Sí, señor abogado. La análitica dio resultados de

haber consumido benzodiazepinas, probablemente acompañadas

de algún otro medicamento potenciador de los efectos del sueño,

algún tipo de sedante o tranquilizante.

 

Quien preguntaba en ese momento, era el abogado de Tom-

 

-Señor Black, cuando el señor Conelly fue encontrado sin

sentido en el almacén, ¿podría haber estado bajo los efectos

de esas sustancias?

 

-Sin lugar a dudas. El señor Conelly fue examinado

concienzudamente, y no se encontraron señales de haber

sido golpeado.

 

-No más preguntas, su señoría.

 

Correspondió entonces el turno al defensor de Robert.

Su interrogatorio iba dirigido a Brenda.

 

-Señorita Brenda, ¿qué relación le unía al señor Black por

las fechas del robo? ¿Se diría que eran novios? 

 

 

 

 

CONTINUARÁ