Aceptarme
como extremidad,
como reciclaje,
como cumbre,
como desdichado degradable
para divertirse
con otro respiro
y con el misterio
alzado en mi honor.
pariendo una estrella,
acariciando el pasto,
mimando a un perro.
Acepto mi situación,
nuestra situación,
una vida
conociendo
nuestras manos,
oliendo ese jazmín.
Aceptarme
como astro,
como átomo único,
indivisible,
moldeado al cincel
de la competencia
de lo absurdo,
gracias a los pulmones
de los árboles
hay excedentes
de puntos de vista.
¿Cuántos miran
hacia arriba
como ojos que admiran
el torso que permite
amar al celeste?
soy ese sapo
entonando
el himno a la vida,
eso que no existe,
si para vivir
no hace falta
ser recuerdo.