Los ojos siniestros del tirano,
Que bien muerto está,
Purga sus crímenes en el infierno,
A pesar
De la necrolatría oficial
Jamás se cerrarán.
Ni su espíritu maligno
Será eternamente
Ánima en pena.
Esos siniestros ojos de hiena,
De volcán en erupción,
De serpiente venenosa,
Están condenados
A contemplar, inmóviles,
Las almas de sus víctimas
Asesinadas por la metralla
Y la tanqueta a quien
El tirano, que de sacro nada tiene
Pero sí, y bastante, de profano,
De paladín de la violencia criminal,
De sátrapa engreído que
Ofendió a Jesucristo
Y a sus sacerdotes;
De felón que asaltó las arcas públicas
Para comprar solidaridades extranjeras
Que en los foros internacionales,
Avalaran sus crímenes de lesa humanidad.
De pillo que utilizó las armas de la República herida
Para apropiarse de la propiedad ajena,
Para quebrar el aparato productivo,
Para crear pobreza y erigirse en redentor de los pobres,
Para asesinar la libertad,
Para acallar los voces disidentes,
Para cerrar emisoras de radio y televisión,
Para asfixiar con gases lacrimógenos
A niños en los campos petroleros.
Para dispararles a las multitudes inermes.
Esos ojos siniestros
Siempre estarán abiertos
Y nunca recobrarán vida.
Ojos siniestros colocados en la geografía nacional
Para amedrentar.
¡Ojos siniestros del tirano que le tuvo miedo
A la muerte y asesinó a mansalva
E impunemente
A niños, jóvenes, viejos y mujeres!
¡Ojos siniestros del tirano misógino!
¡Ojos siniestros del tirano cobarde!
¡Ojos siniestros del tirano que se
Creyó la reencarnación de Simón Bolívar
Y profanó sus sacras cenizas
Y abrazó la causa de Karl Marx,
Que vilipendió al Libertador!