En las noches, insistentemente tu blanca imagen se me aparece,
tranquila, triste, por momentos picaresca y alegre,
me preguntas: ¿A dónde vamos?.
La dura realidad me sorprende, como un capricho que lacera y ama.
El corazón palpita me consume la melancolía.
¿Y la duda? Qué hacer con la duda que todo lo destruye,
aunque este disfrazada de pecado.
¡No os atemoricéis!
Si la última pasión de Cristo fue más tibia y racional que la primera.
Si nos toca de cerca, la duda, la incertidumbre y el pecado.
Oremos pues, hasta purificar el alma.