Raúl Daniel

No soy un dios

 

El día en que me conociste

no lo pudiste creer,

esas cosas que te dije

y, en tu propio parecer,

me juzgaste en tu mente

para poderme entender.

 

Te pasaban tantas cosas,

sin poderlas dominar;

fui un aluvión a tu vida

que, al llegar, desprevenida,

negándote pero igual,

arrasó en atrevida

acción, feroz, pasional.

 

Existen muchos prejuicios

difíciles de explicar,

muchos siglos de mentiras,

todo un mundo de maldad,

que en la historia entretejieron

mujeres, hombres y alguien más.

 

Cuando te dije que era

un enviado de Jesús,

supusiste que era un ángel

o tal vez la misma luz...

no me miraste a los ojos,

sino en el corazón

y en algo te equivocaste,

pero en otras cosas no.

 

No soy un dios, amor mío,

ni un ser eterno inmortal,

soy sólo un hombre que quiere

la trascendencia alcanzar...

y habiendo hallado la forma

te la quisiera explicar.

 

Ya que he torcido la suerte

apartándome del mal,

rescatando de la muerte

mi destino eternal;

por la gracia que El Altísimo

me ha querido regalar

y ya que en esto no vale

egoísmo o falsedad,

prodigado en abundancia

te quiero participar.

 

Yo sé que hiciste preguntas

y algunas respuestas hay,

te preguntas quien soy yo,

que de ti consigo cosas

que no me quisieras dar;

despertándote emociones

que creías, no había más.

 

Preguntas por qué, de pronto,

me brindas encendida

esos besos y caricias

que tú ya no dabas...

acciones que muertas estaban

o en mecánica ansiedad,

obligada por tu cuerpo,

repetías por necesidad...

Por qué es que yo puedo amarte

con esa tal libertad

que no figura en los libros

de la religiosidad,

cambiando a reluciente

tu opaca realidad..

 

Volvieron a ti las flores,

tu corazón a latir

y se encendieron tus manos,

tu boca volvió a reír,

inspiraste muchos versos,

intrincado ñandutí

de caricias y palabras

y paisajes que, sin fin,

adornaron nuestras citas,

llenas de verde y carmín.

 

¿De dónde salió todo eso,

me lo preguntas a mí?

Pues ya que quieres saberlo

sin vueltas te lo diré:

¡Me lo alcanzó el Rey del cielo,

para que a ti te lo dé!

 

Él te ama más que yo

y te lo quiere mostrar

y a mí me va a usar,

eso me lo prometió;

te va a amar a través mío

y te va a comprobar,

que cuando el amor es del cielo:

¡nunca se puede acabar!

 

Yo sólo soy un hombre, ¿sabes?

un hombre que sabe amar,

dando sin hacer daño,

esperando y creyendo,

sólo el bien haciendo

... y sin vanidad;

abandonando el orgullo,

(que no sirve para nada),

pensando sólo en lo tuyo

y que te sientas amada,

con la fe puesta en la vida...

y apostando a ganar;

sabiéndote ya ganada,

¡pues, el amor, no hay nada

que no pueda doblegar!

 

No soy un dios, soy un hombre,

aún no soy inmortal

y hay una cosa que quiero

que tú puedas entender:

que por tu amor yo me muero

y estoy que no puedo más;

te invito a que nos amemos,

no hay tiempo que perder,

¡vamos a bajar un pedazo de cielo

para habitar en él!

 

Soy sólo un hombre y te quiero,

pero no soy uno más;

tengo algo de distinto,

tengo algo eternal,

soy hijo del Dios Eterno:

¡porqué he aprendido a amar!