Sediento estoy de tu boca grana y tus dorados besos,
embriagado me tienes con tus versos etéreos y amorosos,
desde aquel instante azul y mágico, donde nos enamoramos,
desde aquel día, amada mía, no volví a tener calma,
me arrasaste con tu brisa celeste dentro de mi alma,
dejando en mi vida la ilusión y mucha esperanza,
y con el amor, las caricias encontraron su puerto,
el viento se transparento de sentimientos plateados y encantados,
cuando el corazón revelo que amarnos es tan puro como el blanco,
y desbordo la pasión entintándonos de rojo a su modo y antojo…