Ya no pido caricias de sus manos,
sólo que puedan estrechar las mías.
Ya no pido los besos de su boca,
sólo escuchar la voz sus palabras.
Ya no pido sus pies en mis zapatos,
sólo que no me borre de sus huellas.
Ya no pido sus flores, sólo pido
un poco de perfume de algún pétalo.
Ya no pido la luz de su mirada
sino salvarme de sus ojos ciegos.
Ya no pido su amor, ya sólo pido
que las migas que sobren en su mesa
las guarde y me las dé cuando le plazca.
Ya no le pido nada, nunca le pediría
nada pues sólo es cierto
lo que se da porque nos sale darlo,
lo que se da sin antes ser pedido.
RAFA DEDI