Estaba una mañana dulcemente
tumbado en una hamaca. Y me mecía
al ritmo de la brisa. Y de repente,
al suelo de la hamaca me caía.
Grité, sin darme cuenta que la gente
que estaba alrededor también lo oía:
¡coño! (perdón) y el aura inteligente
del eco esa palabra repetía.
Si sueñas es posible que tu mente
despierte y te de un susto cualquier día.
Procura que no sea de repente.
Que el golpe digerido lentamente
huella no dejará en tu bonhomía
logrando que tus formas adecente.