Esta soledad no me la quita,
Ni lo cálido de sus besos,
Ni devolviéndome el aliento,
En mis días de completa agonía.
Pues soy la tormenta ahora,
Que me persigue a rayos,
Me asfixia a cada momento,
Sin sentir ninguna esperanza.
Estoy muerto en mi cuerpo,
Abandonado sin piedad;
Descanso en vergüenzas,
Envuelto de mucho odio.
Pido honradamente tu aparto,
No importa que me dejes,
Con polvos de un desdén,
No volverás ahora que no soy.
He cambiado como tú,
Sólo que aun más peor,
Lejos estoy de lo que fui,
Así fue porque un día ame.