A veces,
explorando por los pasillos de mis recuerdos,
empiezo a reír, a llorar.
A sentir, a explorar los sentimientos.
Y me ahogo en alcohol,
en lágrimas del sufrimiento,
que me causó aquel amor,
que me dejó sin su calor,
en aquel crudo invierno.
Y río de golpe,
al recordar el galope,
de ese caballo tierno,
que simulaba ser mi padre cuando me montaba en sus hombros,
y yo gritaba de contento.
Luego me ataca la nostalgia,
al volver a sentirme pequeño.
Cuando hablo con mi madre,
y poco a poco me acerco,
hasta sentarme en su regazo,
y en la frente sentir su beso.
Y los recuerdos, se apagan.
Tal vez, por algún bloqueo,
que crea mi mente,
al sentir tan largo duelo.
Que pareció de miles tantos años.
De miles de sucesos.
Sin darme cuenta, quizás,
Que el vivir tantos sentimientos,
si bien pareció durar horas…
Tan solo duró un momento.