La edad no está de paso por mis manos
y se acumula en grises almanaques,
en mis espejos de cabellos canos
y en el andar jovial de mis achaques.
Sin embargo, de azul se pinta el cielo
y trina la arboleda en las mañanas,
esparciendo una brisa el terciopelo
de pétalos sonoros de campanas.
Empero, pasan risas infantiles,
perfumes de blusas quinceañeras,
el silbo de afanosos albañiles,
un vals vienés de sueños y quimeras.
Y vibra mi ser en la poesía
y en tu sonrisa que ilumina el día.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.