ALVARO J. MARQUEZ

PÁNICO

Escucho unos pasos en la oscuridad,
siento que de alguna parte me miran,
tal vez sea un delirio por mi soledad,
aunque no sé si los solitarios deliran.

Afuera se escucha un terrible aullido,
alguien parece arrastrar unas cadenas;
nada de esto me asusta, sólo tu olvido,
un desencadenante fatal de mis penas.

Una mano logro ver detrás de la puerta
y algo parece moverse bajo mi cama…
logro dormirme y un ruido me despierta
y escucho una lúgubre voz que me llama.

No puedo afirmar que todo esto me guste,
tampoco he de decir que es buena suerte,
pero si voy a hablar de algo que me asuste,
nada puede asustarme más que no tenerte.

El llanto de alguna mujer logro escuchar
y ya la cercanía de ese llanto es mucha,
yo por tu ausencia también suelo llorar
y sin embargo, a mí nadie me escucha.

¿Miedo a qué? ¿Al ruido? ¿A las sombras?
¿Miedo a lo que en la oscuridad he visto?
Terror me da saber que ya no me nombras,
pánico me da pensar que para ti no existo.

De noche visité un camposanto, es en serio;
no tuve miedo y una convicción me quedó:
la soledad de esas almas en el cementerio
es similar a la que sin ti experimento yo.