No me compares por favor,
pase lo que pase no lo vuelvas a hacer.
No me compares con nadie,
mucho menos con él,
porque yo no tengo
nada que ver con él,
mucho menos soy como él.
¿Cómo te atreves a compararme con él?
Si él no tiene moral para poderse defender,
si no hizo nada para defender lo que era de él.
No me compares, porque no soy como él...
Él, que vivió su juventud
con total libertad,
que cometió errores,
y esos mismos errores
no los pudo arreglar.
No me compares con él,
que le faltó valor para
tomar decisiones importantes,
no me compares con él,
que cayó en la rutina,
y más nunca la pudo vencer.
No me compares con él,
que siempre lo dominó la cobardía,
que no luchó nunca por lo que tuvo en sus manos,
No luchó,
y dejó que le arrebataran lo que era de él.
No me compares con él,
quien se aferró a la idea del conformismo,
quien se empeñó en la teoría de vivir la rutina,
de tratar que los demás siguieran sus pasos
como sus fieles seguidores.
No quiero ser como él,
que no le importó lo
que pensaban los demás,
que nunca permitió a
nadie opinar,
no quiero ser como él,
que vive con el complejo
de no romper el régimen
que él mismo se propuso,
impidiéndole reír con sinceridad...
Por favor, no me compares con él,
porque aunque sea mi padre,
en nada nos parecemos,
por que él quiso tranquilidad,
y yo deseo innovar,
no me compares con él,
porque haya dicho lo
que haya dicho,
no merezco ser comparado
con una persona tan grande,
a quien nunca podré alcanzar.
Juan Manuel Hernández.