Vertedero de pieles, ascendiendo a llamadas etéreas,
Canción, del profundo silencio, intacta y pura,
Bebo recuerdos de instantes ávidos,
Y si algo no recuerdo no ha existido,
No ago caso a la llamada de sombras,
Que buscan por mis saciar su deliro de noche, en copas de néctar,
Huyo a mi interfecto, soy un ser insomne, un necróforo,
Alimentando mi propia locura, ser anónimo,
Pertenezco a la pólvora de un fósforo,
Átomo mínimo del cráneo existente,
Figura insignificante, ante el fervor humano,
Plante huevos con ensueños más allá del sonido,
De barreras, de carne y piel, pétreas por los sórdido,
Que se estancaron por abismos subterráneos,
Mas allá del profundo…
Envuelto por una placenta de versos,
Hice fecundar, la posponencia,
Quise experimentar en la locura, y no fui yo mismo,
No era mi locura, no era yo mismo,
Ni siquiera experimentaba, era inercia,
Un momento desagradable, que se perderá,
Más allá del profundo… y en cáscaras, dará vientre mi verdadero yo.