Cantos del hombre en la tierra
No nací en ninguna parte
pero ya en todas me esperan,
en las que apenas se enteran,
en la que el tiempo reparte.
En otras que están aparte
no sé si saben que existo,
que amo al demonio y a Cristo,
que en ambos vi a mis hermanos
y que en los predios humanos
cantando es como resisto.
Así me contaba el hombre
su llegada a nuestra tierra,
de su paz, de tanta guerra,
de tanto suelo sin nombre.
Y dice que el que se asombre
de que todo es nada y lodo,
de que nada es sino un codo
del que nos crea el misterio,
libre irá de cautiverio
y feliz siempre a su modo.
Por eso que no pregunte,
me dice, de donde viene
y es que nada lo detiene
ni hay nada que nos apunte.
Todo es vida y es barrunte,
un camino en cielo y mares,
el que ponga en sus andares
sobre tierra todo el peso
no verá que esto es ir preso
y que al sol ya hay mil lugares.
Por eso más bien les cuento
que es así como nacimos:
de un tiempo que no vivimos,
de un mundo que nos da asiento.
Por eso es que doy mi aliento
al que cansado se agita,
al que en su marcha infinita
pierde el camino y la calma,
y a todos digo que en su alma
va de lo eterno la cita.
Y así con este hombre canto,
feliz de que haya esperanza,
de que en todo haya mudanza,
y más aún del espanto.
Que tiene final el llanto,
me dice, como en el río,
que a la mar va aquel navío
y entonces lo eterno empieza
en una paz que no cesa
y en un sol que es tuyo y mío.
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17 09 14