Tiene algo de eternidad en la mirada
sus ojos intensos como un grito,
trae palomas en la sangre
algo de demonio en las manos
cuando sus llamaradas
se trepan a mi piel,
asaltando rincones insospechados.
Su boca... copa profunda,
fuente de tibia miel,
a veces insondable y perpetua.
Él…es el canto alucinado
que se alza a media noche
con la fuerza de un arcoíris,
va perseguido de luz, de lejanías.
Y aquí me encuentro yo,
con un nuevo temblor de carnes en la espera
ansiando volver a compartir
las campanas de la tarde,
devorar su flor de oscuro fuego.
De él…su infinita ternura
colgada de mi pecho,
como un rosal cuajado de rocío.
Y es menester su cuerpo de álamo erguido
para mi sangre terca,
río de fuerte acero,
torrencial de ópalos vivos
que bruñe mis huesos.
clarín de pájaros anunciando
un sol de invierno.
Ese hombre, a veces es el mar
es roca y oleaje cubriendo mis caderas
en la dulce lección de las espumas,
hace cantar el agua entre mis dedos.
Alejandrina
N° de R : 239.343