Escondido en las sombras, en un rincón del cuarto...
las manos en el rostro ocultan su congoja,
las horas lo sorprenden tan harto de estar harto...
el libro de la vida va gastando sus hojas.
Colgado en la pared hay sólo un gran vacío...
tan sólo objetos viejos regalan su reflejo
y tras las largas horas se cuela un viento frío...
más no hay vida que empañe aquel espejo viejo.
Debajo de la alfombra se ocultaron las huellas...
en la ventana el marco disimuló la astilla...
en el techo la lámpara de gris tiñó su tela
tapando los vestigios de un rapto de pasión
y al lado de la cama quedó rota la silla
cuando él juntó los trozos del roto corazón.